El Barranco de Añavingo se encuentra en el municipio de La Villa de Arafo. Este bonito municipio cuenta con un entorno natural lleno de historia y de espectaculares paisajes.
El sendero que recorre el Barranco de Añavingo, en Arafo, nos dejará impresionados con sus enormes paredes verticales
El Municipio de la Villa de Arafo está atravesado por la cuenca hidrográfica del Valle de Arafo. Este Valle forma distintos barrancos, como el Añavingo, Amanse o Gambuesas. Esta zona es de gran importancia puesto que existen distintas galerías de agua que abastece a gran parte de la zona sureste de la isla de Tenerife.
Estos barrancos conservan una gran vegetación endémica. Abundan taibaibales, tunerales, baleras, jaguazarles, monteverde seco, pinares canarios, etc. Tenemos que hacer mención que este municipio cuenta con dos árboles monumentales, que son La Sabina del Restaurante Los Loros y el Pino del Señor.
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El Barranco de Añavingo conjuga a la perfección naturaleza e historia. El sendero que discurre por el cauce del barranco nos deleitará a cada paso con vegetación abundante, como pinos, tajinastes, jaras, brezos, castañeros, ciruelos, etc. Este barranco, como los colindantes, ha sido de vital importancia para los habitantes de Arafo, puesto que sus manantiales abastecían a los vecinos. También debemos destacar su importancia histórica, al haberse hallado restos guanches en el barranco vecino de Amance.
Los barrancos del Municipio de Arafo cuentan con una gran cantidad de vegetación endémica
Este sendero es muy sencillo de recorrer, pero recomendamos realizarlo porque su entorno es único. No se tarda más de dos horas y media en completar este sendero lineal, partiendo del casco urbano de Arafo. Antes de llegar al sendero, pasaremos por calles históricas, un antiguo molino de gofio, un acueducto, zonas de cultivo, antiguos lavaderos, galerías de agua, etc.
Ya en el sendero, será una continua subida, pero con muy poco desnivel, hasta llegar al Santuario de San Agustín.
Este emblemático lugar para los araferos data el año 1746. En ese año la caída de un risco cerró uno de sus principales manantiales de agua. Cinco años después, al estar muy angustiados al no encontrar otros manantiales, llevaron en procesión una imagen de San Agustín hasta el barranco de Añavingo. Y dio resultado, comenzaron unas lluvias intensan que hicieron manar nuevamente agua en el manantial.
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